Pasa, pero poco. Mucho más común es el armado de camisetas de utilería. Luis Reynante, coleccionista y revendedor, cuenta el comentado caso de un empresario que compraba tela antigua, armaba las camisetas como si fueran históricas e incluso las ponía en un horno para darles una textura añeja. Dicen que en Argentina, donde el furor por las camisetas de colección comenzó hace años, las falsificaciones abundaban. Tanto, que cuando coleccionistas locales cruzaban el charco sabían que había un 50% de chances de caer en una estafa.
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